Agujas de tejer, pinceles y un poco de creatividad para calmarse




Si me preguntan qué es lo que me calma y me relaja, mi respuesta es inequívoca: tejer.
Muchos piensan que tejer tiene un efecto similar al yoga. Concentrarse en un diseño y sumergirse en otro mundo del pensamiento puede ayudar a concentrarse mejor y relajarse.
Rara vez me encontrarán sin agujas y lana en la mano. Incluso cuando viajo, llevo algo de “tejido de viaje” conmigo. Mayormente son medias, porque son muy transportables. ¿Queréis un par? ¡Tengo medias de sobra!
Se han reído de mí por ser la señora que siempre anda tejiendo, pero yo no les hago ni caso. Lo he hecho durante años. Porque cuando tejo, puedo desconectarme del universo y concentrarme por completo en mi diseño, recitándolo mecánicamente como un mantra y luego, de repente, el estrés del día se desvanece. Mis pensamientos tienen permiso para moverse libremente, y nunca sé con certeza dónde terminarán.
Hay personas con muchos menos pares de medias tejidas a sus espaldas que pueden caer en picado ante un problema; yo simplemente me voy hacia una esquina tranquila y tejo algunas vueltas. Me ayuda a relajarme, volver a pensar y encontrar una solución aún más creativa. A ser más eficiente y permanecer centrada. Ese es mi objetivo.
Empecé a tejer en una situación bastante desagradable. Estaba a punto de operarme y estaba muerta de miedo. Una bienintencionada pero molesta señora me puso en las manos una bolsa de algodón blanco, un diseño y unas agujas de tejer y me dijo: “Simplemente teje, ¡te ayudará a calmarte!” En ese momento pensé “está loca”, pero lo probé igualmente.
Y tejer funcionó. Pude relajarme y afortunadamente salí bien de la operación. Nunca apareció la frustración, incluso en las semanas de recuperación que le siguieron. Mis materiales de tejer me acompañaron a todas partes. Daba igual el lugar, en la sala de espera para un control, en el hospital, en el autobús camino al médico… ¡simplemente tejía sobre la marcha! Algunas semanas después, con la ayuda de unas costureras experimentadas, pude terminar mi primer suéter. Me sentía tan orgullosa de mi logro. Y desde entonces estoy enganchada a las agujas. A las de tejer, claro.
Nada ha cambiado en los 20 años que llevo tejiendo. Cada vez que me siento frustrada, triste, deprimida o simplemente con un nudo por dentro, yo tejo.
Los investigadores respaldan esta manía mía. Han descubierto que las manualidades (esto es, tejer, hacer crochet, coser, pintar o esculpir) son tranquilizadoras, pero también pueden ayudar a aliviar la depresión o el dolor crónico. Trabajar en manualidades funciona como un “antidepresivo” natural. Mientras tejemos segregamos dopamina, conocida popularmente como la hormona de la felicidad, lo que en última instancia mejora el estado de ánimo.
Los científicos también descubrieron que las aptitudes cognitivas se ejercitan con estas actividades. Las aptitudes cognitivas incluyen, por ejemplo, la percepción y la capacidad de planificar y coordinar. Todo lo que hacemos con las manos exige exactamente eso. Debemos ser capaces de percibir lo que está sucediendo actualmente, planificar por adelantado, y luego coordinar nuestros movimientos y pensamientos de modo tal que podamos completar nuestras manualidades del modo deseado. ¡Y además nos sale una hermosa pieza tejida!
Lo cierto es que las manualidades ayudan a entrenar el cerebro. Y para las personas con EM, eso es algo verdaderamente bueno. Aunque el cerebro de todo el mundo, tenga o no EM, puede perder células y no regenerarlas, es absolutamente capaz de crear nuevas vías que ayuden y desafíen al cerebro.
Por eso a todos los que se rieron de mí por mi hábito de tejer les digo esto: eso de etiquetar a las manualidades como algo “pintoresco” y de ridiculizar a las personas con agujas de tejer o ganchos de crochet ha pasado. No solo el crochet está muy de moda en la actualidad, sino que el valor de estas artes sobre el cuerpo y la mente está muy en claro.
¿Puede haber algo mejor para producir algo bonito para uno mismo y que contribuya a la salud? No lo creo.

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