Es lógico indicar que tejer favorece la salud de nuestro cerebro, ya que nos divierte y nos relaja mientras realizamos esta actividad, pero lo cierto es que aporta aún más beneficios a nuestra salud mental, ya que:
Mejora el estado de ánimo al comprobar que con nuestras propias manos podemos conseguir nuestro objetivo de crear una nueva prenda, lo que también mejora nuestra autoestima y nos aporta seguridad en nosotros mismos y en nuestras capacidades.
Nos obliga a estar concentrados y a pensar continuamente. Desde el momento de elegir la lana con la que vamos a tejer, a la planificación de la confección al imaginarnos la prenda que queremos elaborar, hasta cuando la terminamos y elegimos la persona a la que se la vamos a regalar…, se trata de un continuo ejercicio mental que estimula a las neuronas, ralentizando así su envejecimiento, e incluso previniendo problemas neuronales y el desarrollo de demencia.
Mientras estamos tejiendo, no solo están en pleno funcionamiento nuestras manos, sino también nuestros ojos, nuestro tacto, o incluso nuestros oídos escuchando la explicación del profesor (en el caso de que estemos en una clase), lo que obliga al cerebro a mantenerse activo en diferentes frentes.
Fomenta la coordinación y agilidad mental al tener que ir cruzando un hilo tras otro mientras piensas en cómo debes continuar para conseguir la forma que deseas.
Además, según se va avanzando, se van aprendiendo técnicas más difíciles y utilizando otros tipos de hilos, lo que nos obliga a ser aún más coordinados, no solo con las manos, sino también con todos nuestros sentidos, para no equivocarnos.
Puede resultar una buena terapia para niños con déficit de atención, ya que mientras tejen deben estar concentrados, algo que se puede extrapolar cuando tengan que realizar otras actividades.
FUENTE: seniorsuites
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